Conversamos con Albeiro Parra sobre los últimos 20 años de procesos organizativos, defensa de los derechos humanos, la tierra y el territorio, construcción de paz y el acompañamiento de SweFOR
Cuando SweFOR llegó a Colombia, Albeiro Parra Solís era el director de la Diócesis de Quibdó y acompañaba los procesos colectivos de las organizaciones en el Chocó. Actualmente, es el Director Ejecutivo de la Coordinación Regional del Pacífico Colombiano. Continúa liderando procesos de organización e incidencia para todo el Pacífico, vinculando el trabajo de la Iglesia con el trabajo colectivo y social por la defensa de los derechos humanos.
Fue un acercamiento mutuo entre la iglesia y SweFOR. Estábamos viviendo una crisis humanitaria por el accionar del paramilitarismo desde el Urabá hasta el Medio Atrato, incluyendo Quibdó, Medellín y el sureste Antioqueño. También estaba en todo su esplendor el Frente de Guerra Occidental del ELN, en la carretera Quibdó-Medellín, en la zona del medio Atrato. Las FARC, con el Bloque conjunto Iván Ríos, los Frentes 34 y 57 en todo su esplendor de la guerra. El Atrato era masacres, asesinatos y desplazamientos. Eso nos llevó a entrarnos entre SweFOR y la Pastoral Social, que yo dirigía en ese momento, y vimos la necesidad de que ellos fueran a Quibdó, primero para acompañar a la Diócesis y a la Comisión Vida, Justicia y Paz – COVIJUPA. Estábamos trabajando por la defensa de los derechos humanos, acompañando a lideres y lideresas y sobre todo a las comunidades del Atrato que estaban en la resistencia civil que había que acompañar a través de programas como las tiendas comunitarias y los proyectos productivos.
Recuerdo que estábamos en el tiempo post-masacre Bojayá de mayo del 2002. Fue una época donde pudimos comprobar y documentar toda la connivencia de la Fuerza Pública, encabezada por la Fuerza de Tarea del Chocó, y la armada.
Estaba el presidente Uribe en esa época, fue un tiempo en que era descarada la convivencia entre en paramilitarismo y la fuerza pública, que eran prácticamente lo mismo, lo cual llevaba a una mayor violación de los derechos humanos, lo cual está todo documentado.
En ese momento 2003, 2004 y 2005 yo personalmente estuve muy amenazado, precisamente por el general Mario Montoya, debido a que yo salía a los medios a denunciar. Eso llevo a la necesidad de que SweFOR entrara a acompañar a quienes nosotros estábamos acompañando, a las comunidades y las organizaciones. En mi caso, por las amenazas, era importante ese acompañamiento.
Las comunidades de COCOMACIA y los cabildos indígenas para ese tiempo ya tenía sus títulos colectivos y estaban constituidos sus resguardos indígenas, pero había unas amenazas muy duras frente a los megaproyectos que se veían venir, y llegaba la coca de mano de los grupos armados y el narcotráfico. En ese momento con COCOMACIA, que era una organización muy fuerte, con una posición política, y con la OREWA, que en ese entonces la organización era una sola, y con la COVIJUPA hacíamos una fuerza muy grande. Por el año 2001 nació el Foro Interétnico Solidaridad Chocó y se estaba empezando a fortalecer. Estaba empezando lo que era la Ruta Pacífica de Mujeres y el fortalecimiento del movimiento de víctimas. Había liderazgos muy visibles de cada organización, eso llevó a que SweFOR acompañara a esos liderazgos en ese convenio con la Diócesis. Unos años después tomamos la decisión de que lo importante era hacer convenios con las organizaciones mismas, logrando acompañar a la COCOMACIA y a la ASOREWA, y nosotros como Diócesis seguimos la relación estrecha con SweFOR.
Como director de la Pastoral Social era la cabeza visible en el Chocó. En esa época apenas estaban empezando a llegar los organismos de cooperación. Hasta antes del 2002 no había casi presencia de cooperación Internacional. Fue después de la masacre de Bojayá que los organismos humanitarios empezaron a llegar. Yo iba mucho a Bogotá a hacer incidencia, donde me movía mucho con la diócesis, la COCOMACIA, la ASOREWA y el FISCH en cabeza de Richard Moreno. A través de esa incidencia, el diálogo con Diakonia y las Brigadas Internacionales de Paz – PBI (quienes nos acompañaban a nosotros de vez en cuando) nos ponen en contacto en Bogotá con SweFOR. Así conocimos a las primeras personas que conformaban el equipo en Bogotá y los invitamos a Quibdó a ir de misiones al Atrato.
Me parece que el valor agregado de SweFOR es que no solo acompaña a líderes y lideresas, sino también a las comunidades y sus organizaciones, y apoya dando talleres de apoyo psicosocial y de autoprotección que son muy necesarios.
Valoro y reconozco mucho que los equipos de SweFOR estén conformados, en su mayoría, por jóvenes con un compromiso, con consciencia política y, sobre todo, con el valor de la solidaridad del acompañamiento en el silencio, estando ahí presentes.
Para mí como sacerdote es muy bonito verlos, porque el mero hecho de estar ahí, haciendo presencia muchas veces sin decir nada, es lo que nuestro señor Jesucristo hizo: estar ahí con las comunidades, sin ningunas pretensiones, sin querer imponer nada. Eso me parece un gran valor agregado de SweFOR, porque ponen mucho cuidado, observan mucho, para ellos luego poder hacer informes y visibilizar la situación de violación a los derechos humanos, la ausencia del estado o el accionar de los grupos armados. Ahí en el silencio, es también defender la vida, defender la vida en todas sus manifestaciones.
Uno, quisiera que algún día no hubiera más la necesidad de organizaciones como SweFOR o las Brigadas de Paz Internacional. Es decir, que no hubiese violaciones a los DDHH, que no hubiese masacres, asesinatos, desplazamientos, pero eso es muy difícil.
Por eso, ahora más que nunca, es muy importante el papel y el mandato que tiene SweFOR de seguir haciendo este acompañamiento a comunidades a través de misiones humanitarias, a través del acompañamiento a líderes y lideresas para que puedan hacer su trabajo, a través de informes para pasarlos a sus gobiernos.
Desafortunadamente los vamos a necesitar por muchos años todavía, porque el conflicto colombiano es un conflicto muy profundo, muy confuso, muy complicado, muy difícil y creo que necesitamos a SweFOR para todo ese trabajo de incidencia.
Tenemos que seguir acompañando las distintas mesas que este Gobierno del cambio tanto ha querido avanzar. Hay que acompañarlo en este propósito, creer que la paz es posible, y a traves de la vía de los diálogos, de la negociación, y hay que seguir adelante. También hacer un llamado a los grupos armados, en este caso el ELN, porque este es el momento propicio y si se desaprovecha esta oportunidad va a ser muy difícil que venga otra oportunidad. Creemos que la guerra no nos representa a nosotros ni a las comunidades, y por eso el único camino que nos queda es la paz.
En ese sentido, el mensaje para la comunidad internacional es que sigan haciendo lo que está haciendo. Esta comunidad internacional, incluyendo gobiernos, países, de la unión europea y de otros lugares, el cuerpo diplomático, las Naciones Unidas, y las ONG internacionales, nunca lo había visto tan jugados por la paz de Colombia. Sobre todo, a través de la vía de los diálogos y las negociaciones.
En ese sentido, el mensaje es a no desfallecer en este propósito, porque más fácil sería que no hubiera mesas de diálogo, lo que llevaría a una guerra total, y eso es lo que los colombianos y colombianas no podemos permitir. Hay que seguir trabajando por la construcción de paz en medio de las crisis y las dificultades.
Las causas del conflicto armado colombiano son sistemáticas, profundas, grandes y de muchísimos años y esas causas no las vamos a erradicar de la noche a la mañana. Hay que empezar con los procesos de justicia, de equidad, de igualdad, de todas y todas quepamos en este país y tengamos las oportunidades que a veces muchos sectores de la sociedad civil colombiana reclaman. Sobre todo, ahora. Los jóvenes, mujeres y niños, es hora de que ellos también cuenten.