Luis Fernando Tobu (LT) pertenece al pueblo Maiben Masiware. A pesar de que su vida fue marcada por el reclutamiento forzado a los 15 años, al regresar a su comunidad, asumió un rol destacado como líder en los procesos organizativos del resguardo Caño Mochuelo.
Andrés Tiboche (AT) es defensor de derechos humanos y profesional en derecho, con quince años de experiencia en trabajo comunitario, diez en defensa ambiental y tres años de experiencia con comunidades indígenas, más específicamente en el resguardo de Caño Mochuelo en el marco de su trabajo con la Corporación Claretiana Norman Pérez Bello.
LT: La correría es una práctica tradicional desde la creación de nuestro Dios Namon. Es muy importante para reafirmar que somos de esta tierra de la Orinoquia, originalmente. Es una herencia de nuestros ancestros que han dejado una historia inolvidable de lucha y resistencia por el territorio ancestral.
La hemos venido practicando con el fin de fortalecer nuestros vínculos espirituales y visibilizar los sitios sagrados que para nosotros tienen mayor significado. Realizamos prácticas como la danza y la transmisión de historias entre generaciones. Nosotros no escribimos, sino que todo se basa en la oralidad, por lo que se reconoce la importancia de compartir para que las nuevas generaciones no pierdan estas costumbres y las tradiciones ancestrales que aún conservamos.
Nos organizamos por un grupo de personas encabezadas por los mayores ya que ellos son los pioneros de la correría. Cazamos animales silvestres para el sustento del día. En el camino de regreso de Paz de Ariporo hasta el resguardo suele ser más complicado debido a que las condiciones climáticas son duras: el agua y los alimentos son muy escasos.
AT: La correría es un recorrido que el pueblo Maiben Masiware realiza cada año por sus sitios sagrados alrededor del Río Ariporo, que son sitios de recolección y de cacería, pero también lugares donde ha habido masacres y donde tienen enterrados sus muertos. Un promedio de 350 participantes – una cifra que ha aumentado en 2024- desde el más joven, a la mujer que está embarazada hasta el más anciano. El trayecto de ida es de aproximadamente 160 kilómetros, desde el resguardo de Caño Mochuelo hasta el municipio de Paz de Ariporo, y dura entre 9 y 11 días. La segunda parte del camino es mucho más complicada para el pueblo nómada, especialmente para la población más vulnerable. Es una transición de lo rural a lo urbano, de la sabana al terraplén, transitando por predios privados en los cuales muchas veces no se permite la cacería y recolección.
Toda esta región de los Llanos Orientales y de la Orinoquía- donde hay un mundo impresionante de pueblos y tribus que van y vienen a través de los ciclos del agua de las lluvias que inundan la sabana, y el verano donde se seca– está bastante olvidada. Hay que recordar que ese mundo aún pervive a pesar de la historia de desplazamiento y masacres en esa región.
LT: Originalmente, la correría se hacía por el río pero, debido al tránsito de grupos paramilitares por nuestros territorios ancestrales y las amenazas que recibimos, nos vimos obligados a abandonar esta práctica. Desde 2004, la hemos llevado a cabo por tierra.
Luis Fernando Tobu
Hoy en día, como consecuencia de las múltiples denuncias de los campesinos [y dueños de las tierras] ha habido restricciones por parte de los grupos armados ilegales. Es una amenaza muy fuerte a lo largo del tiempo para las nuevas generaciones, porque posiblemente se podría perder esta tradición cultural por la falta de acceso a los territorios donde transitaban nuestros ancestros.
AT: En 2008, el pueblo Maiben Masiware volvió a ser amenazado por la presencia de grupos paramilitares en una zona que formaba parte del trayecto tradicional de la correría. Esto los obligó a modificar la ruta y dejar de transitar por ese sector, afectando su libre circulación por el territorio. Más recientemente, en 2024, las disidencias de las FARC impusieron limitaciones a la cacería de animales. En efecto, hay un conflicto fuerte debido a la cacería de ganado o de marranos de los colonos o los vecinos. La CCNPB buscó acompañar el pueblo Maiben Masiware de forma más visible y con más apoyo tanto de las instituciones como de las comunidades para darles esta confianza de poder seguir haciendo su práctica cultural ante la presencia diferentes grupos, como el ELN, disidencias y paramilitares.
LT: Queremos que la correría ancestral impacte al nivel mundial, que se nos reconozca que somos importantes y que se proteja esa tradición, los espacios donde siempre la realizamos y las historias que conlleva. Es una manera de demostrar la importancia de seguir haciendo sus prácticas culturales ancestrales.
AT: Es clave posicionar esta práctica como patrimonio inmaterial pero también dentro de la misma identidad colombiana, ya que hace parte de una historia que aún pareciera un poco desconocida. Hay una deuda histórica con estos pueblos, especialmente en este caso el pueblo Maiben Masiware. A nivel internacional me parece muy importante que recordemos que todavía hay pueblos nómadas. Permite entender otras formas de ver el mundo, que desde una mirada ajena pueden parecer extrañas. De eso trata la plurinación y la diversidad cultural. Uno se enriquece a través de la experiencia de otros y eso se puede percibir a través de lugares de enunciación reales. Tiene mucho valor poder decir “en la Orinoquía colombiana seguimos caminando por nuestros territorios ancestrales”. Va en contra de esa tendencia de homogenización que a veces se plantea desde un lugar hegemónico. Hay muchos eventos históricos que hemos olvidado como nación, y pensando en la construcción de identidad también es importante recuperar esta memoria de alguna otra forma.